El
hombre que no puede llegar a comprender un mundo por encima de él puede
vislumbrarlo por la fe, o entrar en contacto con él si el Mundo Superior
irrumpe en el mundo propio del hombre por medio de la Revelación. El paso
realizado por la fe hacia la dimensión ultra humana se fundamenta en el
amor. La fe debe ser precedida por algo que va más allá de los argumentos.
La fe en un Sentido Último está precedida por la confianza en un Ser Último,
por la confianza en Dios.
No
significa que considere la fe en Dios como producto o resultado de lo psíquico.
Lo espiritual no se puede reducir a un origen psíquico. Es ilícito negar
la existencia de un Ser Divino atribuyéndola al miedo del hombre primitivo
a los poderes superiores a su voluntad. Ese hecho no implica que Dios no
exista. La fe en un Sentido Superior hace al hombre más fuerte por ser auténtica,
por nacer de una fuerza interior. No es Dios la imagen de un padre humano,
sino que el padre humano es imagen del Creador.
El hombre es un ser de la naturaleza pero, al mismo
tiempo, la trasciende. Comparte con los demás
seres naturales todo lo que se refiere a su ser material,
pero se distingue de ellos porque posee unas dimensiones
espirituales que le hacen ser una persona.
De acuerdo con la experiencia, la doctrina cristiana
afirma que en el hombre existe una dualidad de
dimensiones, las materiales y las espirituales, en una
unidad de ser, porque la persona humana es un
único ser compuesto de cuerpo y alma.
Además, afirma que el alma espiritual no muere y
que está destinada a unirse de nuevo con su cuerpo
al fin de los tiempos.
Esta doctrina se encuentra en la base de toda la vida
cristiana, que quedaría completamente desfigurada
si se negara la espiritualidad humana.
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